sábado, 1 de octubre de 2011

Del prefacio de Nadie en Casa, de Jan Kersschot, por Nathan Gill

En Nadie en Casa, Jan nos conduce al reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza, explicando claramente la futilidad de buscar una iluminación proyectada en el futuro. Podemos tener un vislumbre de que somos Conciencia, el aspecto trascendental de nuestra naaturaleza, y a continiación lo conceptualizamos como un estado ideal permanente que tenemos que alcanzar.

Todos somos el mismo Uno. Sólo hay Conciencia -consciencia más el contenido de ésta-. Esta apariencia presente, tal como es -lo que incluye cualquier sentido de separación o ego, y cualquier búsqueda de trascendencia o liberación-, ya es la perfecta expresión de la vida. La aceptación de este hecho, de que tu naturaleza es Conciencia, de cualquier cosa que se presente en este momento en la consciencia y como consciencia, socava el movimiento para trascender la separación, el ego, o cualquier otra cosa. No es necesario ningún estado, condición o experiencia particulares.

Miedo, separación, individualidad, ego, dicha, unidad, amor..., todo es un interminable juego de posiibilidades. Como señala Jan, en términos de un supuesto yo conceptual que espera ser aniquilado un día para poder alcanzar la "iluminación", en realidad no hay nadie en casa. Simplemente existe esta expresión presente de lo que es, tal como es, lo que comprende cualquier sensación de aparecer ahora mismo como alguien, algo que en realidad es perfecto.

Dejando de buscar la totalidad reconocemos la vida como una expresión de lo que ya es total. Tú, la Conciencia, eres el objeto de tu propio juego de búsqueda, y Nadie en Casa es una exploración de esta extraordinaria paradoja.

Nathan Gill, autor de Clarity