Tarsila Murguía ha traducido para nosotros la introducción, el sample del libro de Rupert Spira: La transparencia de las cosas.
Nuestro más profundo agradecimiento a esta mujer que con su ayuda desinteresada promueve la divulgación de textos y videos de maestros de la no dualidad en el idioma español.
Luis Granados
La Transparencia de las Cosas
Contemplando la Naturaleza de la Experiencia
Rupert Spira
Prólogo
Este libro es una recopilación de algunas meditaciones y conversaciones acerca de la naturaleza de la experiencia. Su único propósito, si es que puede decirse que hay alguno, es ver de manera clara y simple lo que es la experiencia.
Las formulaciones convencionales de nuestra experiencia se consideran, en la mayoría de los casos, como absolutamente verdaderas, de tal forma que se asume que no necesitan ser investigadas más allá. Aquí, lo opuesto es el caso. Absolutamente nada es dado por sentado, salvo las convenciones del lenguaje que nos permiten comunicarnos.
Desde muy pequeños se nos enseñó a formular nuestra experiencia en formas que parecían expresarla y validarla y esas expresiones, subsecuentemente, condicionaron la forma en que el mundo aparecía.
'David ama a Jane', 'Tim vio el autobús.' Nuestras primeras formulaciones dividieron la experiencia en 'yo' y 'los demás', en 'yo' y 'el mundo', en un sujeto experimentando un objeto. Desde entonces, nuestra experiencia parece hacer válidas ese tipo de formulaciones.
Sin embargo, en determinado momento, empezamos a caer en la cuenta de que esas formulaciones no expresan nuestra experiencia, más bien, la condicionan.
Este libro no aborda las cualidades particulares de la experiencia en sí. Explora solamente su naturaleza fundamental. ¿Qué es ese 'yo'? ¿Qué es ese 'otro', ese 'mundo'? ¿Y qué es ese 'experimentar' que parece unir a esos dos?
El descubrimiento esencial de todas las grandes tradiciones espirituales es la identidad de la Consciencia y de la Realidad, el descubrimiento de que la naturaleza básica de cada uno de nosotros es idéntica a la naturaleza básica del universo.
Esto ha sido expresado de diversas maneras. 'Atman equivale a Brahman,' 'Yo y mi Padre somos uno mismo.' 'Nirvana equivale a Samsara.' 'El Vacío es la Forma.' 'Yo soy Eso.' 'La Consciencia es Todo.' 'No hay dos cosas.' 'Sat Chit Ananda.'
Toda tradición espiritual tiene sus propios medios para llegar a este entendimiento, el cual no es sólo un entendimiento intelectual, sino más bien un Saber Interior que se encuentra más allá de la mente. Y dentro de cada tradición hay tantas variantes de enfoque como alumnos.
Este libro explora qué es realmente lo que se experimenta. "¿Cuál es la naturaleza de nuestra experiencia en este momento?" es la pregunta que se plantea una y otra vez.
Sin embargo, este no es un tratado filosófico. Es una colección de meditaciones y conversaciones en donde ciertas ideas centrales se exploran una y otra vez, cada vez desde un ángulo un poco diferente, y por esta razón se da un elemento inevitable de repetición.
De alguna forma, este libro está escrito como una pieza musical en donde un mismo tema es explorado, cuestionado, modulado y replanteado. De este modo, cada vez que se retoma el tema central, éste, con suerte, ha ganado profundidad y resonancia debido a la meditación a la que fue sometido.
El significado de las palabras no son las palabras mismas. Su significado se encuentra en la meditación de donde surgieron y hacia lo que apuntan. El texto, por lo tanto, es expuesto con mucho espacio con el fin de propiciar un enfoque de meditación.
Dicho esto, las conclusiones a las que se llegan sólo están destinadas a desarraigar las viejas, convencionales y duales formulaciones que se enquistaron tan profundamente en la forma en como aparentemente nos experimentamos a nosotros mismos y al mundo.
Una vez que estas formulaciones sean desarraigadas, no necesitarán ser abandonadas. Pueden seguir siendo utilizadas como ideas provisionales que tienen una función en ciertos aspectos de la vida.
Las nuevas formulaciones serán, quizás, expresiones de nuestra experiencia, más cercanas o más precisas que las viejas, sin embargo, su propósito no es reemplazar las viejas verdades con nuevas verdades.
Éstas simplemente nos conducen a un No-saber abierto, que puede ser formulado de momento a momento en respuesta a una situación dada, incluyendo el cuestionamiento acerca de la naturaleza de la experiencia.
Hay muchas maneras de abordar este No-saber, y el desmantelamiento de nuestras falsas verdades a través de la investigación es sólo una de ellas y es ofrecida aquí.
...
Si dirigimos ahora nuestra atención al papel en blanco en donde están escritas estas palabras, experimentaríamos la misteriosa sensación de hacernos, repentinamente, conscientes de algo que de manera simultánea es tan obvio que no necesitaría ni siquiera mencionarse. Y aún así, en el momento que se señala el papel, parece que experimentamos algo nuevo.
Tenemos la extrañamente familiar experiencia de hacernos conscientes de algo que, de hecho, ya estábamos conscientes. Nos hacemos conscientes de que estamos conscientes del papel.
El papel no es una nueva experiencia que se crea debido a este señalamiento. Sin embargo, nuestra consciencia del papel parece ser una nueva experiencia.
Ahora, ¿qué hay de la consciencia (presencia consciente) misma, que está consciente del papel? ¿Acaso no está siempre presente detrás y dentro de cada experiencia, así como el papel está presente detrás y dentro de las palabras de esta página?
Y cuando nuestra atención se dirige a ella, ¿acaso no tenemos la misma sensación extraña de habernos hecho conscientes de algo que, de hecho, siempre lo estuvimos, pero que no lo habíamos advertido?
¿No es esta presencia consciente el más íntimo y obvio hecho de nuestra experiencia, esencial para, y aún así, independiente de las cualidades particulares de cada experiencia, en la misma forma en que el papel es el hecho más obvio de esta página, esencial para, y a la vez independiente de cada palabra?
¿No es esta presencia consciente el soporte y la sustancia de cada experiencia en la misma forma en que el papel es el soporte y la sustancia de cada palabra?
¿Acaso es necesario agregar algo nuevo a esta página para poder ver el papel? ¿Se necesita agregar algo nuevo a esta experiencia presente con el fin de volvernos conscientes de la consciencia presente que es su soporte y sustancia?
Cuando volvemos a las palabras, después de haber puesto atención en el papel, ¿perdemos de vista el papel? ¿Acaso ahora no vemos a ambos, a esos aparentes dos elementos, simultáneamente como uno? Y, ¿acaso no los estábamos ya experimentando siempre como uno sólo, sin habernos dado cuenta?
De la misma forma, habiendo notado la presencia consciente detrás y dentro de cada experiencia, ¿perdemos de vista esa consciencia cuando volvemos a centrar nuestra atención hacia el aspecto objetivo de la experiencia? ¿Acaso no ahora vemos los dos aspectos, los aparentes dos, la Presencia Consciente y su objeto, simultáneamente como uno? ¿Y acaso no siempre ha sido así?
¿Las palabras, por sí mismas, afectan al papel? ¿Al papel le importa lo que se diga con esas palabras? ¿El contenido de cada experiencia afecta la presencia consciente en donde ésta aparece?
De hecho, cada palabra de esta página está hecha sólo de papel. Éstas sólo expresan la naturaleza del papel, aunque se encuentre describiendo a la luna.
Cada experiencia sólo expresa la Presencia Consciente o la Consciencia, aunque la experiencia, en sí misma, sea infinitamente variada.
La Presencia Consciente o Consciencia es ese No-saber abierto en donde cada experiencia es escrita.
Es tan obvia, que pocas veces se advierte.
Es tan cercana, que no puede ser conocida como un objeto y, sin embargo, siempre es conocida.
Es tan íntima, que cada experiencia, independientemente de lo insignificante o importante que sea, está profundamente saturada y permeada con su presencia.
Es tan amorosa, que todas las cosas posibles de imaginar están contenidas dentro de ella, incondicionalmente.
Está tan abierta, que recibe todo en sí misma.
Es tan espaciosa e ilimitada, que todo está contenido dentro de ella.
Es tan presente, que todas y cada una de las experiencias vibran con su misma sustancia.
Este No-saber abierto es la fuente, la sustancia y el destino de toda experiencia que se señale aquí, una y otra y otra vez.
Rupert Spira,
Octubre del 2008.
El Jardín de lo Desconocido
Los conceptos abstractos de la mente no tienen la capacidad de aprehender la Realidad, sin embargo, son una expresión de ésta.
La dualidad, la polarización objeto/sujeto, está inherente en los conceptos de la mente. Por ejemplo, cuando hablamos del 'cuerpo', nos referimos a un objeto, que a su vez implica un sujeto. Si examinamos este objeto, descubrimos que es algo no-existente como tal y que, de hecho, es sólo una 'percepción'.
Sin embargo, una 'percepción' sigue siendo un objeto y un examen más profundo nos revela que está hecha de 'sensaciones', de 'sustancia mental', en lugar de algo físico.
Sin embargo, se ha descubierto que, a su vez, esas 'sensaciones' están hechas de 'conocimiento'. Y si examinamos el 'conocimiento' encontramos que está hecho de Consciencia.
Si exploramos la Consciencia, encontramos que no tiene cualidades objetivas. Y aún así, es lo que en lo más íntimo, conocemos que somos. Es a lo que nos referimos con el 'yo'.
Y si exploramos el 'yo' encontramos que está hecho de...
Los conceptos abstractos de la mente se colapsan aquí. No pueden ir más allá. No existe ningún nombre adecuado para eso en lo que la mente se disuelve. Todo esto nos lleva a la mayor simplicidad de la experiencia directa.
Esta des-objetivización es el proceso de la aparente involución a través de la cual Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado retira su proyección de la mente, del cuerpo y del mundo, y redescubre que es la única sustancia de la impecable totalidad de la experiencia.
Entonces, Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado, el Vacío Absoluto, en donde la mente colapsa, se proyecta de nuevo, dentro de sí mismo, a través del mismo camino de aparente objetivación, para recrear la apariencia de mente, cuerpo y mundo.
Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado, y a lo que a veces llamamos 'yo', Consciencia, Ser, Cognición, toma la forma de pensamiento, de sensación o de percepción con el fin de aparecer como la mente, el cuerpo o el mundo.
Este es el proceso de evolución aparente a través del cual Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado da nacimiento a una mente, a un cuerpo y a un mundo, sin haber tenido que convertirse en algo diferente a sí mismo.
Este proceso de evolución e involución es la danza de la Unidad, es Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado tomado una forma y disolviéndose, vibrando en cada matiz de experiencia y disolviéndose en sí mismo, transparente, abierto, vacío y luminoso.
La mente intenta describir las modulaciones de este vacío manifestándose como la totalidad de la experiencia y esta totalidad se reconoce a sí misma como el vacío, sabiendo todo el tiempo que es en vano.
La mente describe los nombres y las formas a través de lo que Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado refracta con el fin de aparecer como dos, como muchos, para que la Consciencia/Ser aparezca como Consciencia y Ser.
Y a través de utilizar los mismos nombres y formas, la mente describe el proceso aparente a través del cual Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado descubre que nunca se convierte en nada, que siempre ha sido sí mismo y sí mismo y sí mismo.
Cada declaración que se hace aquí es provisionalmente cierta en relación a una declaración, pero falsa en relación a otra. Sin embargo, nunca será absolutamente cierta.
El propósito de cada declaración es indicar la falsedad de la anterior, esperando que desaparezca inevitablemente en el momento adecuado.
Cada una es un agente de la Verdad, pero nunca la verdad.
La mente, en el sentido más amplio de la palabra*, está hecha de conceptos y apariencias. Jamás abarca ni comprende la Realidad.
Sin embargo, hablando de esta manera, la mente está siendo utilizada para crear evocaciones más que descripciones de la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma.
Estas evocaciones son expresiones temporales de Eso-Que-No-Puede-Ser-Nombrado, como flores que brotan por un momento, dispersando el aroma de su origen en el Jardín de lo Desconocido.
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* La palabra 'mente' se utiliza de dos manera en este libro. La primera, como en esta oración, incluye (a) pensar e imaginar, (b) sentir (refiriéndose a las sensaciones corporales) y (c) a percibir (refiriéndose a ver, escuchar, saborear, oler y tocar, a través de las cuales se 'conoce' al mundo). En este caso, el cuerpo y el mundo se entienden como proyecciones de la mente. La segunda se refiere sólo a pensar e imaginar. En la mayoría de los casos el último significado está bien determinado, pero de vez en cuando, el término mente se refiere a su significado más amplio.
Ver Claramente
Lo que se logra con estas meditaciones es ver claramente la naturaleza esencial de la experiencia. No hay ninguna intención de cambiarla ni manipularla, ni tampoco de crear un estado de paz o felicidad, tampoco de deshacerse del sufrimiento o de cambiar al mundo. Sólo ver claramente la verdadera naturaleza de esta experiencia presente.
Esta claridad de ver no es un entendimiento intelectual, aunque podría ser formulado temporalmente en términos intelectuales cuando la situación actual así lo requiera. Más bien es, el directo, íntimo e inmediato conocimiento de nosotros mismos descansando en, y como el espacio sin forma de la Presencia, y bailando simultáneamente en la vitalidad e intensidad de cada gesto y tonalidad del cuerpo, de la mente y del mundo.
La claridad de ver lo que es, tiene un profundo efecto en la apariencia de la mente, del cuerpo y del mundo, pero ese no es el objeto de esta investigación. No hay objeto alguno para esta investigación.
Incluso el propósito de 'ver claramente' resulta ser excesivo al final. Un clavo saca a otro clavo, y cuando incluso este último rastro de llegar a ser se disuelve en entendimiento, también es abandonado, dejando tan sólo el Ser.
Aunque, en la mayoría de los casos, esta exploración es un preludio para la revelación del Ser. Comenzamos con la experiencia y nos mantenemos muy cerca de ella. No comenzamos con una teoría, un modelo, un mapa o una enseñanza y después tratamos de ajustar nuestra experiencia a ese modelo. Absolutamente nada es dado por sentado.
Comenzamos con la experiencia y terminamos con la experiencia. Permitimos que la claridad desnuda de la experiencia se libere de la carga de la dualidad.
Simplemente observamos los hechos de la experiencia. "¿Esto es verdad en mi experiencia de este momento?" Este es el único punto de referencia.
Las diversas creencias e ideas preconcebidas que mantenemos sobre la naturaleza de nosotros mismos y del mundo son expuestas en esta desinteresada investigación. No les hacemos nada a estas creencias. No estamos tratando de destruirlas, más bien sólo exponerlas.
La creencia y la duda son dos lados de una misma moneda. Cuando una creencia es expuesta, se descubre si es verdadera o no, si es verdadera, la creencia se convierte en un hecho y la duda que estaba implícita en ella se disuelve, y si se descubre que es falsa, tanto la creencia como la duda, naturalmente llegan a su fin.
Cualquier sentimiento o patrón de conducta que dependía de la creencia que se expuso, se disolverá de manera natural en su debido tiempo, simplemente porque dejan de nutrirse a través de la creencia. Muere o deja de ser vigente.
Estos sentimientos o patrones de conducta son la contraparte en el nivel del cuerpo de las creencias al nivel de la mente, y su disolución se logra de la misma manera. Lo que era una investigación a nivel de la mente, es una exploración a nivel del cuerpo.
En esta exploración, esos sentimientos y patrones de conducta son expuestos, y en esta exposición, su poder de separación es revelado como inexistente. La separación no se entiende que sea sólo una ilusión. Se siente como tal.
Cuando ya no son nutridos por la creencia, esos sentimientos son expuestos y entonces son vistos por lo que son. Mueren a causa de la feroz claridad bajo la cual fueron vistos.
La disolución de estas creencias y sentimientos tienen un profundo efecto en nuestras vidas, nuestras ideas, nuestras relaciones, nuestros cuerpo, nuestro trabajo, el mundo, de hecho, sobre todo.
Sin embargo, el propósito de esta investigación y exploración no es cambiar nada. Es simplemente ver con claridad lo que es, y ver con claridad es el santuario en donde el Ser brilla.
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Esta línea de investigación podría compararse con sacar varias imágenes de resonancia magnética de una manzana. Con cada imagen, la manzana se rebana de tal forma que cada una muestra una nueva sección o punto de vista.
Sin embargo, la manzana jamás es tocada dentro de este proceso. Siempre permanece tal cual es, entera, sin ser tocada ni modificada ni dividida. Tan sólo parece estar dividida, y ésta apariencia proporciona una imagen completa de su verdadera naturaleza no dividida.
Lo mismo pasa con nuestra experiencia. Las meditaciones en este libro son como la resonancia magnética de nuestra experiencia. Ellas observan la experiencia desde diversos ángulos, separándola, dividiéndola. Aunque nuestra experiencia sea siempre una sola.
Siempre es una perfecta, unificada totalidad sin partes separadas y su naturaleza es siempre sólo pura Consciencia. Ese es un hecho de la experiencia y eso nunca cambia, incluso si creemos lo contrario.
Esta línea de indagación proviene de la verdad de la experiencia directa, de ahí que nos lleve de vuelta a ella. Nos lleva hacia la Realidad de la experiencia, a la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma, intencionadamente. Es implacable y dulce al mismo tiempo, y profundamente simple.
A veces se piensa que este tipo de indagación es intelectual y abstracta y parece guardar poca relación con nuestra experiencia cotidiana. Pero, es sólo porque nuestros conceptos duales y convencionales acerca de la naturaleza de la Realidad están densamente entretejidos con ideas abstractas y erróneas que requieren una muy cuidadosa deconstrucción.
En este caso aún no se identifica que eso que consideramos nuestras suposiciones normales, de sentido común son, de hecho, suposiciones intelectuales y abstractas - es decir, que en realidad tienen muy poco que ver con los hechos de la experiencia.
Espero que al final del libro quede claro que de hecho son nuestras formas convencionales de ver lo que guardan poca relación con la experiencia real de cada momento.
Y, por contraste, espero que las formulaciones expresadas aquí sean entendidas como afirmaciones simples y obvias acerca de la naturaleza de la experiencia, aunque dentro de los limitados confines de la mente.
Por ejemplo, generalmente se considera un hecho de sentido común indiscutible que el cuerpo y el mundo existen como objetos físicos dentro del tiempo y el espacio, independientes y separados de la Consciencia.
Cualquier línea de razonamiento que sugiera que este no es el caso, y que quizás sólo haya la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en, y como objetos, es a veces considerada ser intelectual y abstracta.
Sin embargo, la idea de que el cuerpo y el mundo existen como objetos en el tiempo y el espacio, independientes y separados de la Consciencia, es la que es intelectual y abstracta. No está basada en la experiencia. Y por la misma razón, la idea de que sólo hay una experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma en y como objetos, se hace auto evidente, obvia y un hecho indiscutible de la experiencia.
Por supuesto que la aparición de objetos físicos continúa, pero esa apariencia ya no es confundida con la Realidad.
Sin embargo, sería un malentendido pensar que las apariencias tienen que desaparecer para que la Realidad sea revelada. Se trata simplemente de que la mala interpretación deje de superponerse a la experiencia.
El cuerpo y el mundo continúan apareciendo de la misma manera, pero queda claro que la experiencia de la aparición del cuerpo y el mundo sucede simultáneamente con la experiencia de la Consciencia conociéndose a sí misma. Es la misma experiencia, una sola experiencia.
Lo Que Realmente Es
Sea lo que sea que está viendo y entendiendo estas palabras, es a lo que se refiere aquí como ‘Consciencia’. Es lo que sabemos que somos, a lo que nos referimos cuando decimos ‘yo’.
Todo lo que es conocido se conoce a través de la Consciencia. Por lo tanto, cualquier cosa que se conozca será tan bien entendida como lo sea nuestro conocimiento de la Consciencia.
¿Qué sabemos acerca de la Consciencia?
Sabemos que la Consciencia es, y que todo es conocido por y a través de ésta. Sin embargo, la Consciencia en sí misma no puede ser conocida como un objeto.
Si la Consciencia tuviera cualidades objetivas que pudieran conocerse, ésta sería el Conocedor de esas cualidades, y por lo tanto, sería independiente de ellas. Entonces, no podemos conocer nada objetivo acerca de la Consciencia.
Ahora, si no sabemos lo que es la Consciencia, lo que ‘yo’ soy, pero sabemos que ésta es, y si todo lo que experimentamos es conocido a través de o por medio de esta Consciencia conocedora, ¿cómo podríamos saber lo que realmente son las cosas?
Todo lo que podemos saber, con toda seguridad, acerca de un objeto es que éste es, y esa cualidad de ‘ser’ es a la que nos referimos aquí como Ser o Existencia. Es esa parte de nuestra experiencia que es real, que perdura, que no es una apariencia fugaz. También nos referimos a ella como su Realidad.
Sabemos que la Consciencia está presente ahora y sabemos que cualquier cosa que se esté experimentando en este momento, existe. Tiene Existencia.
Si creemos conocer algo objetivo acerca de nosotros o del mundo, entonces, cualquier cosa que creamos saber condicionará nuestra indagación subsecuente sobre la naturaleza de la experiencia. Entonces, antes de saber lo que algo es, si fuese posible, primero debemos llegar al entendimiento que no sabemos lo que las cosas son realmente.
De ahí que la investigación de la naturaleza de nosotros y del mundo de los objetos inicialmente tiene más que ver con dejar expuestas las ideas y creencias profundamente arraigadas acerca de cómo creemos que son las cosas, que tratar de adquirir nuevos conocimientos. Se trata de dejar expuestas nuestras falsas certezas.
Una vez que se deja expuesta una creencia que manteníamos como hecho, ésta se disuelve de manera natural. Si es necesario o no que se llegue a algo más allá que la exposición de nuestras falsas ideas acerca de la naturaleza de las cosas, aún está por verse. No podemos saberlo hasta que esas falsas ideas hayan sido eliminadas.
Muchas de nuestras ideas y creencias acerca de nosotros y del mundo están tan profundamente arraigadas que ni siquiera nos damos cuenta que se trata de creencias y las tomamos, sin cuestionar, como la verdad absoluta.
Por ejemplo, creemos que somos un cuerpo, que somos un hombre o una mujer y que nacimos y que moriremos algún día. Creemos que somos una entidad entre muchas otras entidades y que esta entidad habita en alguna parte del cuerpo, normalmente detrás de los ojos o en el área del pecho.
Creemos que somos el sujeto de nuestra experiencia y que todo y todos los demás son el objeto. Creemos que, como este sujeto, somos los hacedores de nuestras acciones, los pensadores de nuestros pensamientos, los detectores de nuestros sentimientos, los selectores de nuestras elecciones. Creemos que esta entidad que nos consideramos ser, tiene libertad de elección sobre ciertos aspectos de la experiencia pero no sobre otros.
Creemos que el tiempo y el espacio son realmente experimentados, que existen antes que nosotros y que continuarán después de nuestra muerte.
Creemos que los objetos existen independientemente de ser percibidos, que la Consciencia es personal y limitada, que es un subproducto del cuerpo.
Estas y muchas otras creencias se consideran tan obviamente ciertas que están más allá de la necesidad de ser cuestionadas. Equivalen a una religión del materialismo a la cual se suscribe la mayor parte de la humanidad. Esto resulta especialmente sorprendente en las áreas de la vida que pretenden tratar explícitamente con cuestiones acerca de la naturaleza de la Realidad, como la religión, la filosofía y el arte.
El único campo disponible para la investigación es la experiencia misma. Esto podría parecer casi demasiado obvio mencionar, pero sus implicaciones son muy profundas. Esto implica que jamás experimentamos nada fuera de la experiencia. Si hay algo fuera de la experiencia, no tenemos absolutamente ningún conocimiento de ello y, por lo tanto, no podemos afirmar legítimamente que eso exista.
Esto a su vez implica que si vamos a llevar a cabo una investigación honesta sobre la naturaleza de la Realidad, tenemos que descartar todos los supuestos que no se deriven de la experiencia directa. Ninguno de esos supuestos están relacionados con la experiencia en sí y por lo tanto no están relacionados ni con nosotros ni con el mundo. Si nos atenemos honestamente a nuestra experiencia, nos sorprenderíamos al darnos cuenta de la cantidad de suposiciones y conjeturas que resultan ser creencias insostenibles.
Toda experiencia tiene lugar aquí y ahora, entonces, la naturaleza de la Realidad, sea lo que sea, debe estar presente en la intimidad y en la inmediatez de esta experiencia actual.
‘Yo,’ Consciencia, está presente, y algo, las palabras, el sonido del tráfico, un sentimiento de tristeza, sea lo que sea, también está presente.
No sabemos lo que es esta Consciencia. Tampoco sabemos cuál sea la Realidad de las palabras o de la experiencia actual. Sin embargo, hay Consciencia de algo y allí está la Existencia de ese algo. Ambos están presentes en esta experiencia actual.
¿Cuál es la relación entre ambos?
La mente ha construido un poderoso edificio de conceptos acerca de la Realidad que guarda poca relación con la experiencia actual y, como resultado, la Consciencia se ha velado a sí misma de sí misma. Estos conceptos están construidos instintivamente y su deconstrucción es una de las formas a través de la cual la Consciencia llega a reconocerse nuevamente – es decir, llega a conocerse de nuevo.
La Consciencia está, de hecho, conociéndose a sí misma, siempre. Sin embargo, a través de esta deconstrucción de conceptos, la Consciencia llega a reconocerse, no a través del velo reflejado de los objetos aparentes, sino consciente y directamente.
Los conceptos no se destruyen en este proceso. Siguen estando disponibles para cuando sean necesarios.
En las meditaciones que componen este libro se reconoce que el propósito del razonamiento no es delimitar ni aprehender la Realidad. Sin embargo, también se reconoce que la mente ha elaborado ideas complejas y persuasivas que han postulado una imagen de nosotros mismos y del mundo que distan mucho de los hechos de nuestra experiencia.
Estas ideas nos han convencido que hay un mundo que existe separado de e independiente de la Consciencia. Nos han convencido de creer que ‘yo’, la Consciencia que está viendo estas palabras, es una entidad que reside dentro del cuerpo que ha nacido y que va a morir, y que es el sujeto de la experiencia mientras todo lo demás, el mundo, ‘lo otro’, es el objeto.
Aunque esto no es nunca nuestra experiencia real, la mente es tan convincente y persuasiva, que nos hemos engañado a nosotros mismos con la creencia de que en realidad experimentamos esos dos elementos, que experimentamos el mundo separado y aparte de nuestro Ser, y que experimentamos nuestro propio Ser como una Consciencia separada e independiente.
En la meditación desinteresada de nuestra experiencia medimos los hechos de la experiencia contra esas creencias.
La falsedad de las ideas que la mente entretiene acerca de la naturaleza de la Realidad, acerca de la naturaleza de la experiencia, es expuesta en esta meditación desinteresada.
Todas las tradiciones espirituales reconocen que la Realidad no puede ser aprehendida con la mente. Como resultado de este entendimiento, algunas enseñanzas han negado el uso de la mente como una herramienta válida para indagar o explorar.
Es cierto que la Consciencia está más allá de la mente y que por lo mismo no puede ser enmarcada dentro de sus conceptos abstractos. Sin embargo, esto no invalida el uso de la mente para explorar la naturaleza de la Consciencia y la Realidad.
La ignorancia se compone de creencias y la creencia es ya una actividad de la mente. Si negamos la validez de la mente, ¿cómo es que se utiliza, en primer lugar, para albergar creencias?
Al leer estas palabras, consciente o inconscientemente, nos estamos comprometiendo a aceptar la validez y, por lo mismo, las limitaciones de la mente.
Le estamos dando credibilidad a la mente, a pesar de sus limitaciones. Estamos reconociendo su capacidad para desempeñar un papel en llamar la atención sobre lo que está más allá de sí misma o fuera de los límites de su conocimiento. Sería ingenuo usar la mente para negar su propia validez. Nuestro uso de la mente afirma su validez. Sin embargo, es muy diferente usar la mente para entender sus propios límites. Sería bueno que al final de un proceso de exploración de la naturaleza de la experiencia, utilizando toda la capacidad de sus poderes de pensamiento conceptual, la mente llegara a entender los límites de su capacidad para aprehender la verdad del asunto y, como resultado, llegara de manera espontánea a su fin. Que se colapsara desde dentro, por así decirlo.
Sin embargo, esta es una situación muy diferente de una en la que a la mente le haya sido negada cualquier credibilidad provisional sobre la base de que nada que diga acerca de la Realidad podría, en última instancia, ser verdad.
Como resultado de la exposición de las creencias y de los sentimientos que se derivan de ideas preconcebidas y sin fundamento acerca de la Realidad, se abre una nueva invitación, se revela otra posibilidad. Esta posibilidad no puede ser aprehendida por la mente porque se encuentra más allá de la mente. Sin embargo, los obstáculos de esta nueva posibilidad son revelados y disueltos en esta investigación. Son disueltos a través de nuestra apertura a la posibilidad de que en este momento experimentamos realmente una sola cosa, que la experiencia no está dividida en un ‘yo’ y en otro, en sujeto y objeto, en yo y el mundo, en Consciencia y Existencia.
Estamos abiertos a la posibilidad de que hay una sola totalidad, sin fisuras, que Consciencia y Existencia son una, que hay una sola Realidad.
El edificio de las ideas dualistas, que parece ser validado por la experiencia, está muy bien construido con creencias al nivel de la mente y los sentimientos al nivel del cuerpo, los cuales están estrechamente entrelazados, y se sustentan y validan mutuamente.
A través de la meditación desinteresada de estas ideas y sentimientos se desenreda su falsedad. Podemos ver claramente que nuestras ideas no corresponden a nuestra experiencia. Esto allana el camino para que la experiencia se revele a sí misma ante nosotros como realmente es, como de hecho lo ha sido siempre, libre de la ignorancia del pensamiento dualista.
Empezamos a experimentarnos a nosotros mismos y al mundo como lo que realmente somos. Nuestra experiencia, en sí misma, no cambia, sin embargo sentimos que sí cambia. La Realidad sigue siendo lo que siempre ha sido, porque es lo que es, independiente de las ideas que tenemos acerca de ella.
Sin embargo, nuestra interpretación cambia y esta nueva interpretación se convierte en la piedra angular de una nueva posibilidad.
Esta nueva posibilidad proviene de una dirección desconocida. No viene como un objeto, pensamiento o sentimiento. Se da a conocer, en la mayoría de los casos, como una serie de revelaciones, cada una desarticulando parte del previo edificio del pensamiento dualista.
Y el despliegue de esta revelación, a su vez, tiene un profundo impacto en la apariencia de la mente, del cuerpo y del mundo.
La Consciencia se vela a sí misma pretendiendo que se limita a sí misma en una entidad separada y después olvida que sólo está fingiendo.
Como corolario de esta auto-limitación, la Consciencia proyecta todo lo que no es este ‘yo separado’, fuera de sí misma. Esta proyección es lo que llamamos ‘el mundo’. Y así es como la separación entre el ‘yo’ y ‘el mundo’, nace.
En realidad, esta separación nunca tuvo lugar. Si la buscamos, jamás podremos realmente encontrarla. La ignorancia es una ilusión. Es una ilusión que se forja a través de los poderes conceptuales de la mente, a través de creencias erróneas.
Estas creencias se crean y mantienen a través de un proceso de pensamiento ilusorio – es decir, al pensar que no tienen ninguna relación con la experiencia real. La disolución de estas creencias se logra mediante la exploración y exposición de las mismas, utilizando la experiencia directa como guía de referencia.
Nada nuevo se crea con este proceso de exploración. Su propósito no es la iluminación ni la autorrealización. Se trata de simplemente ver con claridad lo que es.
Nuestras creencias son la causa fundamental del sufrimiento psicológico y éstas son desmanteladas a través de un proceso de investigación meditativa.
Lo que normalmente consideramos ser una línea de investigación, comienza con suposiciones que se consideran implícitamente ciertas. En esta meditación, comenzamos con las mismas suposiciones, pero las medimos contra la verdad de nuestra experiencia. No construimos encima de ellas, las desmantelamos.
Esta línea de razonamiento nos lleva a la comprensión. Sin embargo, la comprensión no se lleva a cabo en la mente. Está más allá de la mente. Se trata de un momento en el que la Consciencia se experimenta a sí misma directa y conscientemente.
La comprensión no se crea por un proceso en la mente, como tampoco un cielo azul se crea a través de un espacio entre las nubes. Sin embargo, puede ser revelada por éste.
La comprensión normalmente es precedida por una línea de investigación y posteriormente puede ser formulada por la mente. Dicha formulación, que proviene de la comprensión y no de los conceptos, tiene el poder de llevarnos a la experiencia de la Realidad.
A través de sus poderes de razonamiento, la mente se lleva a sí misma hasta su propio límite y, como resultado, el edificio de la mente colapsa. Esta es la experiencia de la comprensión, el momento atemporal en el que la Consciencia se revela a sí misma.
La Consciencia se percibe a sí misma. Se conoce a sí misma, conscientemente.
Traducido por Tarsila Murguía